La enfermedad de Legg-Calvé-Perthes es una necrosis avascular en la cabeza del fémur causada por la falta de riego sanguíneo. Su origen es desconocido. Afecta aproximadamente a 1,5 de cada 10.000 niños, siendo por tanto una enfermedad rara. El síntoma más común suele ser una cojera que remite con antiinflamatorios, pero vuelve a aparecer, con rigidez en la cadera, restricción de movimiento, o dolor en la ingle, muslo o rodilla.
Además del aspecto físico, la enfermedad de Perthes conlleva una gran carga psicológica que afecta a la vida familiar y social, no solo del propio niño afectado, sino de toda su familia. Los niños con Perthes no deben correr, saltar o hacer deportes de impacto, actividades tan comunes en la infancia.
Externamente es una enfermedad que no se aprecia, a no ser una leve cojera, por eso es muy necesario que todo el entorno del niño, familia, amigos, compañeros de colegio, profesores, comprendan la afección y entiendan sus limitaciones.
Se presenta más en varones (por cada 4 niños, 1 niña), de edad entre los 3 y 12 años pero con una mayoría en torno a los 6-8 años. A esa edad la que la mayoría de los niños comienza a inscribirse en los clubes deportivos locales, fútbol, baloncesto, gimnasia rítmica, tenis, etc. Y es en ese momento cuando la prohibición de practicar deportes de impacto provoca mayor conmoción en los niños; se ven obligados a dejar una actividad que ellos mismos han elegido, donde disfrutan junto a otros amigos, sin tener todavía la madurez suficiente para asimilar que las enfermedades son parte de la vida.
En la mayoría de los casos, es una afección temporal que dura entre 5-6 años de media, y en todo el proceso las limitaciones van variando, pero la frustración y la rabia que sienten en el momento en el que se les prohíbe hacer tantas cosas cotidianas, como saltar y correr, hacen que la carga psicológica que sufren esos niños y sus familias sea una de las principales dificultades a las que se enfrentan.